Cae la noche. Los portales y cajeros se convierten en improvisados lechos. Los zetas deambulan rompiendo el sosiego de las sombras con la violencia de sus luces azules. Pululan de nuevo los cadáveres andantes con la vuelta del jaco. Contrasta la gente abatida, sin techo y sin tajo, con el turista gastronómico de polvo y caldo. El perfume oculta el olor a rancio. En el concurso cocinan para el arzobispado y miembros del Estado Mayor. Un coach empresarial comenta algo destacando al emprendedor y consigue el aplauso. Hay fútbol y política hasta el asco. Un anuncio de un coche trata de remover mi conciencia y mientras, poco a poco, se van derribando las puertas de mi mente. La locura me domina y mi figura se encorva. A estas alturas no hay forma. Ya no recuerdo algo mejor. Todos esconden algo tras los visillos. Los lamentos y los chillos se ocultan detrás de los himnos. La sociedad entera esnifa perico o esconde una petaca que chupa cuando no hay testigos. Amigos que buscan la paga por incapacidad, hinchados por las drogas del psiquiatra, cada vez más huecos. Se comeran mucho más de lo que ganan, creyendo necesitar un mejor motivo para el esfuerzo que supone vivir. Sé que tarde o temprano voy a recibir la noticia de que acaban arriba. Sé que todos vamos a acabar en el mismo sitio y que mi vida también va a la deriva. Un pliego de publicidad. Una revista de belleza. Leo en un artículo que un experto recomienda el pensamiento positivo y pienso que (es) retorcido que además de sometido me quieran motivado y feliz.

Enorme es la presión para que no lleguemos a madurar nunca. Para que tú y yo estemos felices con la mierda empaquetada que nos venden. Felices y distraídos de la tragedia del tiempo, con miles de estímulos que nos despisten. Por eso hay tantas butacas en los cines y tantas camas en las casas y existen redes sociales hasta en el idioma de los delfines. Porque un joven aburrido es un paisaje muy triste y una tienda vacía un marco desolado. Ahora que ser feliz consiste en pasmarse en aire acondicionando, cómo expresar que hay privilegios que interpretamos como derechos fundamentales sin parecer molesto o resentido. Cómo explicarte que ciertos actos individuales de nuestra forma de vida pueden ser perjudiciales de manera colectiva. Si el límite lo marca la cuenta corriente y sólo una vida cómoda merece ser vivida, el consumo tiene su erótica y en definitiva, el orgasmo perfecto es ser un buen cliente. Pero prepárate porque en el infierno no hay wi-fi. Acostúmbrate. No vas a enviar un selfie ni vas a ver la última serie de Netflix. Solamente vas a arder lentamente. No sé bien cómo, siento por momentos que se agota el tiempo para arreglar el desperfecto en mi comportamiento. El mundo sigue agonizando en un lento silencio mientras le cavamos la tumba al arrepentimiento. Canjeamos nuestras vidas a un módico precio, convirtiendo el futuro en un excremento. Felicidad artificial como argumento. Cómplices de un genocidio por aburrimiento.

A veces se hace duro ver a los demás adoptar las convenciones sociales de las que huían. Justificándolas con la edad y la seguridad. Convencidos de que van a salvarse, mientras sigues en el mismo lugar. Empecinado en arañar las paredes y devorar los placeres. Tratando de esquivar la realidad del esperpento de nuestra patéticas existencias. Todos buscamos una oportunidad. Sólo depende de la honestidad de cada uno. Hay gente con la que será imposible empatizar. Otros descargarán en ti las culpas. Te arrollarán con su alto concepto de la moralidad y una larga lista de leyes y obligaciones. Cuando eso ocurra, no te desmorones. Yo, tan ignorante e imperfecto, con toda la pobreza que merezco, te recomiendo no pedir permiso al cantar ni conquistar lo que pisas. No usar esquivas sonrisas como otros cantantes de tu ciudad. Abrir la casa para que entre la brisa. Desfilar por la cornisa aunque no se entienda tal temeridad. Advertir la locura en las frases hechas. Negarse a que los sueños duren lo que dura el alcohol en las venas y asumir que de noche las cicatrices brillan. Nadie pasea sólo en esta orilla. Si la alegría te abandona o sentimientos afloran, piensas que todo empeora, notas que se deteriora. Si es preciso llora. Destruye el problema ahora. Sin demora. El tiempo nos corrobora que quien explora demasiado en un pasado mal dado se atora. Siendo pesado. Pensando en qué hubiese pasado se ahoga. Él mismo se autointerroga. Se pone la soga. Deshoja su flora espiritual sin prórroga. Si así pasas las horas sólo te incomodas. Tantan negatividad es tan mala como la droga. Así es la realidad. Yo no voy de maestra Yoda. Si buscas felicidad la encontrarás sin hacer yoga. Deja atrás enfrentamientos y malos pensamientos. Quédate con los momentos que a tu alma dan aliento. Qué más da lo que hagan cientos. Vela por tus sentimientos. No dejes que el viento mande al suelo tus cimientos. Has de ser positivo. Vivir agradecido, pues mientras mucha gente muere sigues vivo. Haz caso de los que digo. A parte de ser testigo, lo he vivido y he resurgido porque he asumido que no sirve estar resentido sin haber entendido que cualquier malentendido cometido trae consigo, con sigilo, algo aprendido. Has de estar comprometido contigo. No vale lo prometido si no has cumplido. ¿De qué habrá servido? ¿Eh? Dime. No sé. Tu cerebro hervido es normal que termine en boxes. Mejor será que boxées contra ti mismo. Con un par de crochét puedes provocar seísmos.